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Colectivo Artístico y Cultural

jueves, 23 de abril de 2009

LA MARCA Y EL ABRAZO. LA PISADA EN EL HOMBRE



















En el caminar del hombre, Se ve pisar el tango de diferentes maneras: Algunos deslizan solo la punta y luego pisa el talón, otros caminan naturalmente talón punta; otros deslizando todo el pié como patinando, algunos caminando en “pan y queso”* acompañando con movimientos de torso, otros caminando con los pies paralelos y otros haciendo que el caminar describa un sube y baja del cuerpo al caminar.

¿Cuál es la técnica correcta?, ¿Cuál es el mejor método?, ¿Cuál es la mas vistosa y tanguera?. Son preguntas que tal vez no puedan responderse. El caminar del hombre también deviene del estilo, y lo que cada uno busque de su danza.

El baile social, la demostración-show, lucimiento estético personal, copiar el estilo de un profesor o bailarín, mantener la tradición o un desarrollo propio; las variantes son muchas y hasta hay quienes enseñan adornos para la caminata y pasos del hombre.

Ya he criticado duramente los adornos femeninos cuando son desubicados, no requeridos o innecesarios. Bien... mucho, pero mucho peor, mas grave y riesgoso, es que un hombre intente hacer adornos en los pasos o en el caminar, si no se tiene una buena caminata y dominio del baile. Si no se tiene cuidado, un adorno impráctico puede llevar a un tropiezo que puede transformarse en caída. Mi consejo es que no se hagan ni se enseñen adornos que entorpezcan o dificulten el caminar o los pasos (*), y en todo caso dejen estos firuletes para cuando los alumnos desarrollen claridad y seguridad en su baile. En mi opinión, los mejores adornos, no son los que se aprenden o se “copian” de bailarines, sino, los que nacen naturalmente con la experiencia. Un hombre que nunca se preocupó en adornar, y llega a un buen nivel avanzado, descubre que en muchos cambios de peso de la danza, hay un pie libre que descansa, que podría llegar a jugar. Y justamente, allí es donde deberían nacer los adornos, de la tranquilidad de un baile relajado. Un adorno natural, que sale solo, nunca encaja mal. Nada de “tener que demostrar” porque sí. Un buen bailarín no es el que más se muestra ni demuestra.(*)

Lo visual es totalmente inútil si no se tiene una pisada suave y con equilibrio, que transmita al cuerpo seguridad, claridad y gentileza. El error es tratar de desarrollar una pisada que se vea bien, en vez de que “se sienta” bien. Muchas veces, he visto tratar de enseñar un paso deslizado o estirado para que los hombres se vieran como bailarines de escenario y al fin no podían hacerle entender a la mujer el caminar, un movimiento o un paso…

Los pies del hombre son el más constante soporte y guía de la danza, ya que si bien la mujer no debiera nunca sostenerse en el hombre, hay muchos pasos que se realizan, en donde el hombre mediante marca y postura pide y sostiene el equilibrio de la mujer enteramente. Son estos pasos las volcadas, calesitas, algunos medios giros y ciertos voleos (sin nombrar el tango fantasía) etc.

Para realizar estos pasos que son bastante complejos, el hombre requiere mucho control y conocimiento del equilibrio, por mas que su pareja sea una gran bailarina. Justamente por más que ella hiciera correctamente todo su baile, un error en distancia de una pisada, o no haber distribuido el peso correctamente, puede formar una pérdida del equilibrio de la pareja por entero. Esto puede no ser terrible, y tal vez la gente de afuera no lo note, pero la mujer que baila lo siente tan claro como un sismo.

Por otro lado, un hombre muchas veces bailará con chicas que son o principiantes o pesadas, o faltas de equilibrio, y aquí el caminar (conjuntamente con la marca) será fundamental para hacerse entender incluso con quien no conoce bien la danza. Porque sí es cierto, que el hombre que sabe caminar y guiar claramente, puede hacer bailar a quien no sabe nada. Pero la razón del porqué, la dejaré para otra oportunidad.

La pisada tiene un desarrollo constante, que jamás se detiene, basta ver a Osvaldo, al Tete o al Flaco Dany, para darnos cuenta de que la experiencia y los años de “pista” influyen mucho en ella. Se puede apreciar el trabajo realizado por estos bailarines, observando la suavidad y precisión de la pisada, la sutileza de los cambios de peso o la atención de cómo el peso se transmite de una pierna a la otra, no de un salto o como un hecho que marca el tiempo fuerte, si no como un acto continuo y que se estira cubriendo enteramente el tiempo y luego cambia para caer descansado en la otra pierna justo en el cierre de otro tiempo. Un movimiento que atraviesa varios puntos de traslado. Claro… estos muchachos tienen quizá más de 40 o 50 años de “Caminar el tango”, No va uno a esperar lograr uno en meses, años o “lustros”. Pero si es bueno pensar que una caminata y una pisada cuidadosa, vale más que la mayoría de los pasos. Debe ser la caminata, el primero y el más importante paso en el tango.

Una muy buena práctica simple, para entenderlo un poco, es cambiar el peso en “cámara lenta” de una pierna a la otra, y así sentir como trabaja el peso, pasando por los miles de puntos intermedios que hay en este proceso.

Algo así como desagotar lentamente un tanque de agua hasta llenar otro, y viceversa, sintiendo tanto los extremos, el proceso continuo de desagote (traslado de peso) y el equilibrio final. Si esto se comprende, también se puede hacer lo mismo en una caminata tanto hacia adelante como hacia atrás. Una vez entendido y desarrollado este punto, puede practicarse subiendo la velocidad, pero manteniendo el concepto de “sentir” los procesos de los cambios de peso.

Con esta pequeña idea, se puede empezar a comprender el estirar la música con los cambios de peso, hacer durar un movimiento que pueda abarcar 3, 4 o 5 compases.

Es interesante buscar el movimiento dentro del silencio.



(*) Tanto aplicable en hombres como mujeres

(**) En “pan y queso”* (caminar pie sobre pié o como si fuera sobre una soga o línea)

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